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Montagem em 16 de novembro de 2014 |
"... Una de las principales características de la televisión cuando está encendida es tenermos continuamente em vilo de manera artificial. En efecto, emite permanentemente señales dirigidas a nuestra mente, pequeños estímulos de todo tipo, visuales y sonoros, que atraen nuestra atención y mantienen despierta nuestra mente. Pero apenas ésta, alertada por tales señales, ha concentrado sus fuerzas para reflexionar, la televisión ha pasado ya a otra cosa, a la mera sucesión de nuevos estímulos, de nuevas señales tan llamativas como las anteriores, de modo que, a la larga, antes que ser tenida en vilo por esa sucesión interminable de senãles que la enañan, nuestra mente, aleccionada por las desafortunadas experiencias que acaba de sufrir y deseosa sin duda de no dejarse engañar de nuevo, se antecipa a la auténtica naturaleza de las señales que recibe y, en vez de movilizar de nuevo sus fuerzas con vistas a la reflexión, las libera y se abandona a un vagabundeo pasivo a merced de las imágenes que se le ofrecen. Así, nuestra mente, como anesteciada por la escasez de estímulos a la vez que intensamente solicitada, permanece esencialmente pasiva frente a la televisón. Cada vez más indiferente a las imágenes que recibe, acaba además no reaccionado cuando se le ofrecen nuevas señales, y, en caso de que aún reaccionara, se dejaría engañar de nuevo por la televisión, pues la televisión no solo es un fluido que no le da tiempo a la reflexión de desarrollarse debido a su permanente huida hacia delante, sino que es asimismo impermeable, por cuanto impide todo intercambio enriquecidor entre nuestra mente y su materia gris. [in La Televisión de Jean-Philippe Toussaint]
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